Sergio Agosti Limitado
Cuando escribiste dos líneas de palabras que estaba martillándote en la cabeza con una melodía (o no), cuando agarrás un instrumento o escuchás una cinta con alguna idea suelta y lo que suena te satisface, empezás a sentir una canción. A partir de ese momento, lo único que queda por hacer es dejar que cada pieza encaje en su lugar adecuado –casi podría decirse que el único posible– y el tiempo, que es elástico, es el que va a darle la sazón.
Entran en juego todos los factores que, inexorablemente ligados a tu personalidad, hacen que la canción tenga identidad propia, más allá de un estilo o rótulo pasajero; desde tu idoneidad para hacer que las piezas encajen sin esfuerzo hasta el accidente con los medios mecánicos a tu alcance, todo hace que esa canción sea tuya y no admita esciciones. Lo demás está fuera de discusión.
¿Por qué lo hago? Supongo que es una forma de terapia, un desahogo. Siempre tiendo a pensar que cuando todo comenzó era un divertimento, pero ahora ya no lo sé. Los recuerdos se reescriben día a día y, a veces, prefiero no pensar en el pasado. No soy de esos tipos que creen que tenés un destino prefijado; más bien tiendo a pensar que tenés varias formas de desandar el camino y en algún momento se produce esa descarga que combina los elementos que te rodean de tal forma que se algo se hace inevitablem condiciona el provenir y te malea desde lo más profundo.
Entran en juego todos los factores que, inexorablemente ligados a tu personalidad, hacen que la canción tenga identidad propia, más allá de un estilo o rótulo pasajero; desde tu idoneidad para hacer que las piezas encajen sin esfuerzo hasta el accidente con los medios mecánicos a tu alcance, todo hace que esa canción sea tuya y no admita esciciones. Lo demás está fuera de discusión.
¿Por qué lo hago? Supongo que es una forma de terapia, un desahogo. Siempre tiendo a pensar que cuando todo comenzó era un divertimento, pero ahora ya no lo sé. Los recuerdos se reescriben día a día y, a veces, prefiero no pensar en el pasado. No soy de esos tipos que creen que tenés un destino prefijado; más bien tiendo a pensar que tenés varias formas de desandar el camino y en algún momento se produce esa descarga que combina los elementos que te rodean de tal forma que se algo se hace inevitablem condiciona el provenir y te malea desde lo más profundo.
Nadie puede cambiar su esencia
Una forma de terapia a medias… en este momento le falta lo más importante, que es la canción en vivo, y eso es peligroso. Puede volverse en tu contra.
Empecé con esto hace doce años (con algunas lagunas). Fueron grupos y alguna que otra experiencia inmadura en Junín (Buenos Aires) entre el 83 y el 85. En Buenos Aires todo se hizo circustancialmente mucho más introspectivo y aislado hasta el 89. De ahí en más se afirmó definitivamente en lo que es hoy. De cualquier manera, cada estapa está documentada en lo que yo llamo mi archivo personal o, en los malos momentos, mi victoria pírrica. Son unas doce cintas que engloban todos estos años, algo así como un álbum de fotografías que, eventualmente, alguien puede hojear.
Uno sólo muestra aquellas fotos en las que cree haber salido favorecido.
¿Influencias? Todo lo que escuché, de manera fortuita o provocada, desde la radio en mi infancia hasta estos últimos años (hoy ya no escucho música, al menos no como antes). De todas formas, supongo que las primeras cosas son las que más se arraigan en el subconciente. Luego, todo se reescribe. No hablo sólo de música o libros que hayas leído, estoy englobando cada circunstancia que, seguramente, fue influencia de lo que hoy podés escuchar.
El grupo es algo tan necesario como los instrumentos. No digo esto de manera peyorativa, al contrario: es tan importante como necesario. Difiere en mucho con el grabar una canción vos solo y no por el resultado final sino por la experiencia en carne viva.
Marta trabaja los temas por su cuenta; tiene una excelente predisposición para hacer que las cosas suenen como debe. Y lo consigue. Para mí, es el apoyo ideal, porque antepone lo humano a lo técnico y así todo es mucho más carnal (musicalmente). Está lejos de la soberbia de los artificios y eso le hace mucho bein a la crudeza natural de las canciones.
Cuando hablo de crudeza no lo hago de algo premeditado, calculado. Esa crudeza me tiene saturado; hablo de algo mucho más elemental…
Pablo es un tipo muy capaz e intuitivo. Si está predispuesto puede interpretar una canción con sólo escucharla una vez. Y tiene sangre, que es lo que más me interesa. (En realidad, creo que puede eso y más, incluso sin haber escuchado la canción). Con él, tocamos, por períodos, desde el 92. Creo que ya nos conocemos lo suficiente para trabajar. Es muy importante para mí. (Además el tiene su propia empresa, Max Demian, y como su mecánica es muy similar a la mía, nos entendemos bastante).
Lo más importante es que, los tres juntos, somos un instrumento de varias voces: lo que siempre pretendí.
Le tengo mucho miedo a las ataduras de sonido, por eso dejo que cada canción tenga su propio clima. Jamás me obligué ni me obligo a cambios, pero sí trato de no encerrarme en una línea que me sentencie como tal rock o tal pop. Si experimento un sonido determinado para algo es porque lo necesita. Muchas bandas buscan eso, equívocamente, como identidad. Y no consiguen otra cosa que ser tediosos. Quizás por eso siempre preferí a los solistas, con excepciones, por supuesto. (Hace muchos años llegué a pensar, durante algún experimento, que tenía lo que luego sería mi Marca Registrada. Por suete, se me pasó rápido).
Hoy puedo hacer cualquiera de mis cansiones solo, con la guitarra acústica… Es fantástico como, en ese solo instrumento, podés apoyarte como en la base rítmica más sólida, y no perder un ápice de fuerza de la canción eléctrica. Por otra parte, la experiencia es tan fuerte, tan física, como incomparable. (Por suerte, hoy puedo evadir los prejuicios que fueron, en un principio, ser visto como un Baglietto u, hoy, un unplugged).
Alguna vez lo intenté con el piano…
No cabe duda de que la temática de las letras es siempre la misma: son mis impresiones, las cosas que, por otra vía, quizá no podría decir. Pero para eso es una canción. Por eso todo es descarnado, expuesto.
El pecado: las cosas que sabés mal hechas y deberías corregir.
Virginidad: la caída, una a una, de las sensaciones puras (como el bebé que ve por primera vez la luz).
Violación: meterse en la esencia del otro me parece el acto más terrible que pueda perpetrarse.
Mujeres: (Las que son): “El Juez que juzga a Dios Hombre culpable”.
No me siento vocero de nadie más que de mí mismo. No siento –ni lo quiero sentir– que represento a un grupo de personas porque necesariamente deberían pensar como yo. Y eso sería terrible!!! Qué pretendo entonces? Es difícil decirlo… el placer se manifiesta de tan diversas formas… supongo que causar placer.
Por otra parte, no soy una persona que crea en el éxito –ya muchos se inmolaron por él– y mis pretensiones son más que modestas: trabajo gran parte de mi tiempo en algo que no sé sí, alguna vez, va a salir de las paredes de mi casa. Puede ser un signo de estos tiempos que nos tocan en suerte vivir, no sé. Así que no dejo el ciclo que va entre la sorpresa y el desaliento.
Hoy todos podemos tener un rol ficticio. Yo veo demasiados reflejos, pero creo que es una imitación simpática, inevitable.
Algo así como “La Escuela de la Vida presenta a sus egresados clase 1999”. Y yo me siento muy antiguo. Y no me sirve otra cosa que ser yo mismo.
No soy Generación X.
Me cuesta ver hacia delante tanto como provocar la suerte. Podría contar un deseo, pero vamos a dejar que las cosas pasen por sí solas.
Al fin de cuentas, todo esto no es más que palabras: lo que importa es lo que escuches y sientas… Cada canción es parte de un todo. Ese todo soy yo, y es una parte mía, vital.
Sergio Agosti, 4/12/95
Empecé con esto hace doce años (con algunas lagunas). Fueron grupos y alguna que otra experiencia inmadura en Junín (Buenos Aires) entre el 83 y el 85. En Buenos Aires todo se hizo circustancialmente mucho más introspectivo y aislado hasta el 89. De ahí en más se afirmó definitivamente en lo que es hoy. De cualquier manera, cada estapa está documentada en lo que yo llamo mi archivo personal o, en los malos momentos, mi victoria pírrica. Son unas doce cintas que engloban todos estos años, algo así como un álbum de fotografías que, eventualmente, alguien puede hojear.
Uno sólo muestra aquellas fotos en las que cree haber salido favorecido.
¿Influencias? Todo lo que escuché, de manera fortuita o provocada, desde la radio en mi infancia hasta estos últimos años (hoy ya no escucho música, al menos no como antes). De todas formas, supongo que las primeras cosas son las que más se arraigan en el subconciente. Luego, todo se reescribe. No hablo sólo de música o libros que hayas leído, estoy englobando cada circunstancia que, seguramente, fue influencia de lo que hoy podés escuchar.
El grupo es algo tan necesario como los instrumentos. No digo esto de manera peyorativa, al contrario: es tan importante como necesario. Difiere en mucho con el grabar una canción vos solo y no por el resultado final sino por la experiencia en carne viva.
Marta trabaja los temas por su cuenta; tiene una excelente predisposición para hacer que las cosas suenen como debe. Y lo consigue. Para mí, es el apoyo ideal, porque antepone lo humano a lo técnico y así todo es mucho más carnal (musicalmente). Está lejos de la soberbia de los artificios y eso le hace mucho bein a la crudeza natural de las canciones.
Cuando hablo de crudeza no lo hago de algo premeditado, calculado. Esa crudeza me tiene saturado; hablo de algo mucho más elemental…
Pablo es un tipo muy capaz e intuitivo. Si está predispuesto puede interpretar una canción con sólo escucharla una vez. Y tiene sangre, que es lo que más me interesa. (En realidad, creo que puede eso y más, incluso sin haber escuchado la canción). Con él, tocamos, por períodos, desde el 92. Creo que ya nos conocemos lo suficiente para trabajar. Es muy importante para mí. (Además el tiene su propia empresa, Max Demian, y como su mecánica es muy similar a la mía, nos entendemos bastante).
Lo más importante es que, los tres juntos, somos un instrumento de varias voces: lo que siempre pretendí.
Le tengo mucho miedo a las ataduras de sonido, por eso dejo que cada canción tenga su propio clima. Jamás me obligué ni me obligo a cambios, pero sí trato de no encerrarme en una línea que me sentencie como tal rock o tal pop. Si experimento un sonido determinado para algo es porque lo necesita. Muchas bandas buscan eso, equívocamente, como identidad. Y no consiguen otra cosa que ser tediosos. Quizás por eso siempre preferí a los solistas, con excepciones, por supuesto. (Hace muchos años llegué a pensar, durante algún experimento, que tenía lo que luego sería mi Marca Registrada. Por suete, se me pasó rápido).
Hoy puedo hacer cualquiera de mis cansiones solo, con la guitarra acústica… Es fantástico como, en ese solo instrumento, podés apoyarte como en la base rítmica más sólida, y no perder un ápice de fuerza de la canción eléctrica. Por otra parte, la experiencia es tan fuerte, tan física, como incomparable. (Por suerte, hoy puedo evadir los prejuicios que fueron, en un principio, ser visto como un Baglietto u, hoy, un unplugged).
Alguna vez lo intenté con el piano…
No cabe duda de que la temática de las letras es siempre la misma: son mis impresiones, las cosas que, por otra vía, quizá no podría decir. Pero para eso es una canción. Por eso todo es descarnado, expuesto.
El pecado: las cosas que sabés mal hechas y deberías corregir.
Virginidad: la caída, una a una, de las sensaciones puras (como el bebé que ve por primera vez la luz).
Violación: meterse en la esencia del otro me parece el acto más terrible que pueda perpetrarse.
Mujeres: (Las que son): “El Juez que juzga a Dios Hombre culpable”.
No me siento vocero de nadie más que de mí mismo. No siento –ni lo quiero sentir– que represento a un grupo de personas porque necesariamente deberían pensar como yo. Y eso sería terrible!!! Qué pretendo entonces? Es difícil decirlo… el placer se manifiesta de tan diversas formas… supongo que causar placer.
Por otra parte, no soy una persona que crea en el éxito –ya muchos se inmolaron por él– y mis pretensiones son más que modestas: trabajo gran parte de mi tiempo en algo que no sé sí, alguna vez, va a salir de las paredes de mi casa. Puede ser un signo de estos tiempos que nos tocan en suerte vivir, no sé. Así que no dejo el ciclo que va entre la sorpresa y el desaliento.
Hoy todos podemos tener un rol ficticio. Yo veo demasiados reflejos, pero creo que es una imitación simpática, inevitable.
Algo así como “La Escuela de la Vida presenta a sus egresados clase 1999”. Y yo me siento muy antiguo. Y no me sirve otra cosa que ser yo mismo.
No soy Generación X.
Me cuesta ver hacia delante tanto como provocar la suerte. Podría contar un deseo, pero vamos a dejar que las cosas pasen por sí solas.
Al fin de cuentas, todo esto no es más que palabras: lo que importa es lo que escuches y sientas… Cada canción es parte de un todo. Ese todo soy yo, y es una parte mía, vital.
Sergio Agosti, 4/12/95
Victoria Pírrica
1. Años tempranos – 83/84 – 90’
2. 1985 – 84/86 – 60’
3. La Herida Absurda/Nexo-Transición-86/87 – 90’
4. Ritmos Oscuros – 88/89 – 60’
5. En el Bosque (parte 1) – 90/91 – 90’
6. Solo – 91 – 90’
7. En el Bosque (parte 2) – 91/93 – 60’
8. El Toque de Midas – 94 – 60’
9. El Viajero sin Equipaje – 95 – 60’
10.Proceso de Demolición – 91/95 – 60’
11.Accidente!!! – 91/95 – 60’
2. 1985 – 84/86 – 60’
3. La Herida Absurda/Nexo-Transición-86/87 – 90’
4. Ritmos Oscuros – 88/89 – 60’
5. En el Bosque (parte 1) – 90/91 – 90’
6. Solo – 91 – 90’
7. En el Bosque (parte 2) – 91/93 – 60’
8. El Toque de Midas – 94 – 60’
9. El Viajero sin Equipaje – 95 – 60’
10.Proceso de Demolición – 91/95 – 60’
11.Accidente!!! – 91/95 – 60’