¡Sangre con anís!
Fotos de Ignacio Torolla
Textos de Gato de Quimes
Sus iniciales remiten al primero de los nombres atribuídos al Drácula antiguo (VLAD Dracul), pero lejos de engendrar pánico, Vicente Lionel Abdala Duarte es un tipo sencillo, de habla pausada y asiduo bebedor de mate con anís. Desde chico se inclinó por el dibujo hasta que a los quince decidió arengar su pasión por los claustros de la escuela Garaycochea. Hoy, con veintidós septiembres en el cuerpo y una cantidad semejante de tatuajes, toca el bajo en Posiciones Encontradas y recrea sus broncas e inquietudes a través de la ficción, en un tallercito de San Telmo, generando comics que reparte entre sus amigos mientras cursa el segundo año de Bellas Artes.
-¿Por qué dibujás?
-Trato de dibujar para divertirme, espero que me dure… me da miedo perder ese lazo que me une a los personajes. En la escuela de Garaycochea el dibujante de Cybersix contó sobre su estudio, sobre todos los que dibujan para él, que lo hacen igual, trabajando de forma industrial… producen, producen y producen. Y él decía que había perdido ese sentido de asombro; pensar en terminar así me da escalofríos.
-¿Tenés estructurada tu forma de trabajar?
-No, los momentos en los que me dan ganas de dibujar son muy cortos y me pongo a hacer lo que puedo. Después quedan un montón de cosas colgadas. Cuando me agarra otro lapsus de creatividad todo lo anterior es reemplazado por cosas nuevas, pero las historias están.
-¿Y los guiones?
-Los hago yo, no creo que pueda trabajar con un guionista. Hago lo que venga, no tengo estructuras. Cuando estoy muy metido dibujando puedo volar, flasheo con todo eso y el guión se adapta a los dibujos que quiero hacer.
-Debe haber una conexión entre los guiones y tu realidad, a partir de que te identificás con los personajes…
-Hice el CBC en la UBA para imagen y sonido, y después para diseño gráfico. En esa época me sentí muy agredido. Era subestimado intelectualmente, no estaba en mi entorno, hacía todo para zafar. Una vez me pidieron un transportador, lo presté y después lo tuve que reclamar. Me molestó mucho la falta de compromiso y delicadeza, ¡yo estaba trabajando y el tipo lo tenía en su mesa de un lado a otro! En ese momento tenía una fijación con Bruce Lee, entonces hice la historieta de Lionel Duarte que te di la vez pasada.
-¿Qué ilustradores te son referenciales?
-Molina Campos, un argentino, viejo, que dibujaba gauchos re-graciosos, no sé… Mi último profesor (Oswald) decía que hay ‘maestros silenciosos’ que son los que te enseñan sin querer, de los que vos tomás inconscientemente lo que necesitás. En mi caso son extranjeros, la historieta de acá nunca me atrapó, siempre es de detectives, policiales, sexo…
-Noté mucha violencia en tus historias…
-No sé, será porque prefiero verla así, dibujada. En la historieta se puede hacer cualquier cosa, no hay física ni paradigmas tecnológicos, podés hacer lo que se te cante. También es un canal de descarga: cuando estaba en séptimo grado unos chicos me agarraron en los videos y me pegaron. Quedé medio paranoico después de eso, inclusive al día de hoy, y quizás lo canalizo por medio del dibujo.
-¿Qué me podés contar de tus personajes?
-Cada uno tiene su forma de hablar…
-¡¿Tus dibujos hablan?!
-No sé, yo trato de mostrarlo, a veces no se nota. Me los imagino hablando de cierta forma.
-¿En qué te basás para bautizarlos?
-Trato de que sean bastante lógicos, por ejemplo el nombre de E.T. fue puesto por Austral. Un día se encuentran y E.T. piensa que Austral es un ser descomunal, lo quiere encarcelar para que no moleste y terminan haciéndose compañeros.
-¿Se conocen entre sí?
-Sí, Austral es amigo de E.T., que es algo onda ‘Star Wars’… E.T. es un soldado que está en una galaxia en la loma del orto. Ahí tienen seres de todo el universo, de todo tipo, y los entrenan con la idea de mandarlos a planetas que no cuenten con las armas suficientes para defenderse de un ataque interestelar a gran escala. Y el tipo está ahí, cuidando que no caiga ninguno medio raro. Su nombre real es impronunciable.
-Austral es tu personaje favorito, contáme cómo surge…
-De una remera. No sé, me puse a boludear y dije ‘voy a mezclar esto con esto’. Lo hice en joda y me quedó en un cuaderno que encontré en el ’93, entonces lo recreé con algunas modificaciones.
-¿Por qué te lo tatuaste? ¿sos consciente de que va a quedar para toda tu vida?
-Es un símbolo de lo que fueron mis últimos años. Fue importante, yo tengo una relación estrecha con Austral porque…
-¿Tenés una relación estrecha? ¿realmente puedo creer que te comunicás con el personaje?
-Sí, sí. Siempre pienso qué haría si fuese él, y así es como nacen las historietas. Me dan bronca tantas cosas que me descargo con Austral.
-¿Qué cosas?
-Me molesta mucho la conformidad de cierta gente, el individualismo. Cada uno hace la suya, nadie ayuda. Yo estoy empezando ahora, primero tuve que analizarlo. Ahora voy a dar clases de primaria a chicos de un asentamiento ilegal; me lo comentó el batero y un día me agarró un ataque y dije que si hablaba de todas esas cosas tenía que hacer algo concreto.
Los personajes
•Austral: un adolescente que está de bajón. Debe tener veintidós años, igual que Vicente. “A Austral le da bronca que no sepan apreciar el acto de bondad que tiene hacia los demás. Es típico en muchos argentinos… el buscar las minas, la guita, y después se lo reprochan. Él no sabe qué contestar, se queda callado y hace lo que puede”.
•Yacaré: el costado ecológico. “Siempre me salió mal pero me descargué un poquito. No sé por qué lo hice porque a mi mucho la ecología no me… o sea, estoy en la ciudad, lo que veo por tele no es muy real. Es tipo Margarito Tereré, un ser mitad hombre y mitad lagarto; está en su pantano, es único, es re bueno, y no molesta a nadie. Cuando los cazadores lo tratan de agarrar para tenerlo de recuerdo (como hacen con muchos animales) los hace mierda, así, de una, pero bien salvaje… Que se lo banquen, si quieren matar que aprender a morir”.
•Cachuzo: un robot con sentimientos que está muy solo. Tiene un programa que sirve para estudiar al depresión en el hombre. “Es un disparate”.
•Cabeza de tornillo: es el que se pelea con Lionel Duarte en la Facultad. “Un saláme”.
•Jacinto Contreras: “Un chogáu musculoso. Tuve ganas de hacerlo desde que leí el Martín Fierro, y como no puedo hacer un cuento gauchesco porque de todo eso no conozco un pito, lo mezclé con ciencia ficción. No habla como gaucho porque me tengo que colgar viendo las referencias a las puteadas y todo eso, y casi siempre no las busco porque lo quiero terminar rápido. Al principio se encontró con unos extraterrestres que le aplastan una vaca con el platillo volador. Entonces el marciano –que era muy discriminado en su planeta– coincide con un amigo que le da posibilidades, como en la película Enemigo Mío. Después de un montón, llega al futuro y termina trabajando en una fábrica metalúrgica porque no tiene como volver, pierde un brazo y le implantan uno cibernético”.
• El doctor Largavista: es un ingeniero en robótica. Trabaja para la SIDE e hizo el robot que trajo a Jacinto Contreras.
•El Marciano: “Es una forma de agradecerle a mis compañeros de secundario su buen compañerismo. En esa época no les demostré lo que les tendría que haber demostrado pero con esta historieta aunque sea trato. El marciano tiene nombre pero no te lo voy a decir porque es el de un compañero con el que está todo mal… Tener un extraterrestre vestido de gaucho me fascinó, es algo completamente bizarro”.
•Lionel Duarte: La otra cara de Austral, pero sin traje. Es flacucho, no tiene masa. “Todos lo subestiman y terminan hechos mierda porque se zarpan y él actúa. Es simple.”
Textos de Gato de Quimes
Sus iniciales remiten al primero de los nombres atribuídos al Drácula antiguo (VLAD Dracul), pero lejos de engendrar pánico, Vicente Lionel Abdala Duarte es un tipo sencillo, de habla pausada y asiduo bebedor de mate con anís. Desde chico se inclinó por el dibujo hasta que a los quince decidió arengar su pasión por los claustros de la escuela Garaycochea. Hoy, con veintidós septiembres en el cuerpo y una cantidad semejante de tatuajes, toca el bajo en Posiciones Encontradas y recrea sus broncas e inquietudes a través de la ficción, en un tallercito de San Telmo, generando comics que reparte entre sus amigos mientras cursa el segundo año de Bellas Artes.
-¿Por qué dibujás?
-Trato de dibujar para divertirme, espero que me dure… me da miedo perder ese lazo que me une a los personajes. En la escuela de Garaycochea el dibujante de Cybersix contó sobre su estudio, sobre todos los que dibujan para él, que lo hacen igual, trabajando de forma industrial… producen, producen y producen. Y él decía que había perdido ese sentido de asombro; pensar en terminar así me da escalofríos.
-¿Tenés estructurada tu forma de trabajar?
-No, los momentos en los que me dan ganas de dibujar son muy cortos y me pongo a hacer lo que puedo. Después quedan un montón de cosas colgadas. Cuando me agarra otro lapsus de creatividad todo lo anterior es reemplazado por cosas nuevas, pero las historias están.
-¿Y los guiones?
-Los hago yo, no creo que pueda trabajar con un guionista. Hago lo que venga, no tengo estructuras. Cuando estoy muy metido dibujando puedo volar, flasheo con todo eso y el guión se adapta a los dibujos que quiero hacer.
-Debe haber una conexión entre los guiones y tu realidad, a partir de que te identificás con los personajes…
-Hice el CBC en la UBA para imagen y sonido, y después para diseño gráfico. En esa época me sentí muy agredido. Era subestimado intelectualmente, no estaba en mi entorno, hacía todo para zafar. Una vez me pidieron un transportador, lo presté y después lo tuve que reclamar. Me molestó mucho la falta de compromiso y delicadeza, ¡yo estaba trabajando y el tipo lo tenía en su mesa de un lado a otro! En ese momento tenía una fijación con Bruce Lee, entonces hice la historieta de Lionel Duarte que te di la vez pasada.
-¿Qué ilustradores te son referenciales?
-Molina Campos, un argentino, viejo, que dibujaba gauchos re-graciosos, no sé… Mi último profesor (Oswald) decía que hay ‘maestros silenciosos’ que son los que te enseñan sin querer, de los que vos tomás inconscientemente lo que necesitás. En mi caso son extranjeros, la historieta de acá nunca me atrapó, siempre es de detectives, policiales, sexo…
-Noté mucha violencia en tus historias…
-No sé, será porque prefiero verla así, dibujada. En la historieta se puede hacer cualquier cosa, no hay física ni paradigmas tecnológicos, podés hacer lo que se te cante. También es un canal de descarga: cuando estaba en séptimo grado unos chicos me agarraron en los videos y me pegaron. Quedé medio paranoico después de eso, inclusive al día de hoy, y quizás lo canalizo por medio del dibujo.
-¿Qué me podés contar de tus personajes?
-Cada uno tiene su forma de hablar…
-¡¿Tus dibujos hablan?!
-No sé, yo trato de mostrarlo, a veces no se nota. Me los imagino hablando de cierta forma.
-¿En qué te basás para bautizarlos?
-Trato de que sean bastante lógicos, por ejemplo el nombre de E.T. fue puesto por Austral. Un día se encuentran y E.T. piensa que Austral es un ser descomunal, lo quiere encarcelar para que no moleste y terminan haciéndose compañeros.
-¿Se conocen entre sí?
-Sí, Austral es amigo de E.T., que es algo onda ‘Star Wars’… E.T. es un soldado que está en una galaxia en la loma del orto. Ahí tienen seres de todo el universo, de todo tipo, y los entrenan con la idea de mandarlos a planetas que no cuenten con las armas suficientes para defenderse de un ataque interestelar a gran escala. Y el tipo está ahí, cuidando que no caiga ninguno medio raro. Su nombre real es impronunciable.
-Austral es tu personaje favorito, contáme cómo surge…
-De una remera. No sé, me puse a boludear y dije ‘voy a mezclar esto con esto’. Lo hice en joda y me quedó en un cuaderno que encontré en el ’93, entonces lo recreé con algunas modificaciones.
-¿Por qué te lo tatuaste? ¿sos consciente de que va a quedar para toda tu vida?
-Es un símbolo de lo que fueron mis últimos años. Fue importante, yo tengo una relación estrecha con Austral porque…
-¿Tenés una relación estrecha? ¿realmente puedo creer que te comunicás con el personaje?
-Sí, sí. Siempre pienso qué haría si fuese él, y así es como nacen las historietas. Me dan bronca tantas cosas que me descargo con Austral.
-¿Qué cosas?
-Me molesta mucho la conformidad de cierta gente, el individualismo. Cada uno hace la suya, nadie ayuda. Yo estoy empezando ahora, primero tuve que analizarlo. Ahora voy a dar clases de primaria a chicos de un asentamiento ilegal; me lo comentó el batero y un día me agarró un ataque y dije que si hablaba de todas esas cosas tenía que hacer algo concreto.
Los personajes
•Austral: un adolescente que está de bajón. Debe tener veintidós años, igual que Vicente. “A Austral le da bronca que no sepan apreciar el acto de bondad que tiene hacia los demás. Es típico en muchos argentinos… el buscar las minas, la guita, y después se lo reprochan. Él no sabe qué contestar, se queda callado y hace lo que puede”.
•Yacaré: el costado ecológico. “Siempre me salió mal pero me descargué un poquito. No sé por qué lo hice porque a mi mucho la ecología no me… o sea, estoy en la ciudad, lo que veo por tele no es muy real. Es tipo Margarito Tereré, un ser mitad hombre y mitad lagarto; está en su pantano, es único, es re bueno, y no molesta a nadie. Cuando los cazadores lo tratan de agarrar para tenerlo de recuerdo (como hacen con muchos animales) los hace mierda, así, de una, pero bien salvaje… Que se lo banquen, si quieren matar que aprender a morir”.
•Cachuzo: un robot con sentimientos que está muy solo. Tiene un programa que sirve para estudiar al depresión en el hombre. “Es un disparate”.
•Cabeza de tornillo: es el que se pelea con Lionel Duarte en la Facultad. “Un saláme”.
•Jacinto Contreras: “Un chogáu musculoso. Tuve ganas de hacerlo desde que leí el Martín Fierro, y como no puedo hacer un cuento gauchesco porque de todo eso no conozco un pito, lo mezclé con ciencia ficción. No habla como gaucho porque me tengo que colgar viendo las referencias a las puteadas y todo eso, y casi siempre no las busco porque lo quiero terminar rápido. Al principio se encontró con unos extraterrestres que le aplastan una vaca con el platillo volador. Entonces el marciano –que era muy discriminado en su planeta– coincide con un amigo que le da posibilidades, como en la película Enemigo Mío. Después de un montón, llega al futuro y termina trabajando en una fábrica metalúrgica porque no tiene como volver, pierde un brazo y le implantan uno cibernético”.
• El doctor Largavista: es un ingeniero en robótica. Trabaja para la SIDE e hizo el robot que trajo a Jacinto Contreras.
•El Marciano: “Es una forma de agradecerle a mis compañeros de secundario su buen compañerismo. En esa época no les demostré lo que les tendría que haber demostrado pero con esta historieta aunque sea trato. El marciano tiene nombre pero no te lo voy a decir porque es el de un compañero con el que está todo mal… Tener un extraterrestre vestido de gaucho me fascinó, es algo completamente bizarro”.
•Lionel Duarte: La otra cara de Austral, pero sin traje. Es flacucho, no tiene masa. “Todos lo subestiman y terminan hechos mierda porque se zarpan y él actúa. Es simple.”