ReincidentesAlejo Vintrob en batería
Santiago Pedroncini en guitarra y mandolina Fernando M. en bajo y voz Juan Pablo Fernández en guitarra y voz Guillermo Pesoa en teclados, acordeón y voz |
OpiniónUna hora y media de charla puede tomar distintos colores, distintas formas y sabores, y la verdad es que da mucho gusto cuando la reflexión inunda esos minutos, cuando parece que las personas que uno tiene enfrente son amigos de buena parte de la vida.
Y esto se da de manera casi química, al compartir y discernir, accionando y reaccionando. Y cuando los días pasan y esas emociones persisten es realmente reconfortante; salen ganas de seguir generando cosas. Creo que Reincidentes lleva en su sangre ese calor frío que respira el tango, ese gris fosforescente que aparece cuando se buscan respuestas olvidando límites. Ahí radica su peso, el mismo que saludó con su mejor cara al Centro Cultural Rojas repleto de gente el pasado martes 25 de julio, el mismo que abrazó a las poco menos de 20 almas que hubo en alguna fecha mal parida un mes y medio antes. La constancia como escudo. “Sin riesgo nunca habrá consuelo”, dicen. Gato. |
Letras
“Letras que usamos para gritarnos el uno al otro, aunque no las escuchen
quienes deban, sabemos que quedan secretitos del alma para acompañarnos”
quienes deban, sabemos que quedan secretitos del alma para acompañarnos”
Cansado
Si hasta en las piernas se ve el llorar que se burlan de cada tropiezo que se roban los premios del día que se ríen con dientes carneados de amor que se frotan las manos de sal y se limpian se codean brindando tus brazos cansados de perdonar. Cansado de mirarme en tus ojos y ver el dolor de alzarme de día y juntarme de noche de confiarme secretos que nadie sabrá de callarme un retruque de sueños baratos de puños de golpes de gritos de cientos de callos de manos de andar ¿y si esto no se cura conmigo? ¿y si esto no se cura con tus ojos? ¿y si el agua llega a los pelos? Y si el techo gotea y gotea y gotea y gotea. |
Peluca
De noche salgo a revisar lo que se tira. A rejuntar cartones, vidrios, cosas viejas. A veces soy actor y me pruebo la ropa que encuentro y uso a mis hermanos como espejo. “¡Así se peina!” “¡Así se peina!” A celebrar que hoy no nos toca. Tengo botellas de champán y algún zapato. Y así me vuelvo famoso y en casa todos se ríen. Hasta que llega mami y me corrige. “¡Así se peina!” “¡Así se peina!” Casualidad que cada noche que salimos siempre me traigo una peluca. Será que son regalos del cielo, regalos del suelo. Vos sos lo que tirás, yo lo que encuentro. “¡Así se peina!” “¡Así se peina!” |
Señora
Yo que vuelvo del espanto de la lluvia y de la sombra que se acerca. Tengo las manos muy blandas, pero el pecho se transforma en un escudo. Soy un hombre entre los necios que no puede ni siquiera estar despierto pido abrigo y no hay comida en el fondo de esta niebla de locura. En el pueblo está la sangre que mantiene vivo al matón del barrio. En el llanto del obrero queda un poco del color que más nos gusta. Descendientes del bostezo ya no hay techo que nos cubra del diluvio. Cuantas veces esperamos que el dolor se apague antes que la tarde. Ay, señora del desprecio no se fije en estas manos que se agita. Estoy buscando en mi cuerpo una carta que me diga que estoy vivo. El amor está escondido y no quiere ser abono del suicidio. No me cuente otra historia que ya es tarde para hablar de los milagros. |